¿Tienes algún recuerdo favorito de cuando eras niño o niña? ¿Qué pasabas haciendo todo el tiempo? ¿Eras de los que siempre tenían que estar haciendo algo?
Autos. Carros. Coches. Como les llames… desde su nacimiento hasta su producción masiva pasaron algunas cuántas décadas, haciéndolos cada vez más accesibles.
Hay muchos motivos por los que podemos escoger una carrera universitaria: por genuino interés, por influencias familiares, por lo que te dicen las pruebas vocacionales, o como en el caso de nuestro invitado de hoy: “por molestar”.
¡Todo está conectado! Genéticamente, químicamente, neurobiológicamente, físicamente…y hoy aprendemos de aún más formas en las que nosotros nos conectamos entre nosotros y con las cosas, y las cosas entre las cosas.
¿No te has puesto a pensar que algunas veces las ofertas laborales tienen requisitos un poco exagerados? Años de experiencia, títulos universitarios, juventud, habilidad para domar dinosaurios…Pues, aunque suene imposible para algunas personas, sí que hay quienes tomaron decisiones poco convencionales y tienen algunas de estas características.
De un niño al que le encantaba jugar con agua y ver series de animales en la televisión, a un adulto que trabaja con animales y plantas acuáticas, su conservación y con una gran pasión por educar a los demás sobre este fascinante mundo.
Del agua al aire. Los planes no siempre salen como esperamos, pero distintos caminos siempre nos llevan a nuevos aprendizajes y quizá incluso una nueva pasión que antes desconocíamos.